En la vida de pareja generalmente hay momentos de felicidad y momentos difíciles. Sin embargo, ciertos períodos pueden resultar especialmente difíciles para la pareja, hasta el punto de poner en peligro su relación. Aquí hay tres momentos específicos en los que las parejas corren un alto riesgo de romperse según diversas investigaciones y observaciones.
1. El fin del período de luna de miel
Los primeros meses, incluso años, de una relación romántica suelen estar llenos de emoción, pasión e intensidad. Esto es lo que comúnmente llamamos “luna de miel”. Todo parece fácil y ligero entre los socios durante esta fase.que también se caracteriza por una mayor producción de hormonas como la oxitocina y la dopamina, responsables del sentimiento de amor.
La erosión gradual del deseo y la complicidad
Sin embargo, con el tiempo, estas hormonas cambian gradualmente y la emoción da paso a la realidad cotidiana. El deseo puede desvanecerse gradualmente, dejando a la otra persona decepcionada o frustrada. Además, los problemas cotidianos pueden prevalecer sobre la complicidad original de la pareja, dando lugar a sentimientos negativos como el resentimiento o el resentimiento.
Si algunas parejas logran transformar sus relaciones en un amor más profundo y sincero, otras encuentran dificultades para superar esta primera prueba. La falta de comunicación constructiva puede provocar un colapso durante este momento vulnerable.
2. La llegada de un niño
Los padres suelen estar muy contentos cuando se enteran de que van a tener un hijo, pero esta buena noticia también puede generar ansiedad y estrés. De hecho, la llegada de un bebé provoca un cambio total en los hábitos de vida de la pareja. Así, en los meses posteriores al nacimiento, la pareja se enfrenta a múltiples retos.
Requisitos que se deben cumplir
El cansancio acumulado, el llanto incesante, los nuevos gastos económicos o incluso la reorganización del hogar son factores que pueden provocar tensiones en la pareja ante las responsabilidades parentales que se encuentran en este momento decisivo. Los estudios sugieren que muchas parejas luchan por realizar una transición pacífica hacia la paternidad y experimentan crisis matrimoniales difíciles.
Los socios pueden sentirse abrumados por las nuevas expectativas que se les imponen y cada uno tiene su propia forma de afrontarlas. Este contexto tenso puede provocar discusiones, erosionando gradualmente el sentimiento de amor entre las dos personas. En algunos casos, la impresión de no poder gestionar más los problemas, tanto personales como familiares, puede llevar a las parejas al fracaso.
3. La crisis de la mediana edad
Si bien algunos podrían pensar que las parejas establecidas desde hace mucho tiempo tienen menos probabilidades de experimentar una ruptura, las estadísticas indican lo contrario. Uno de los momentos más críticos en la vida de una pareja implica la famosa “crisis de la mediana edad”, que generalmente ocurre entre los 40 y 50 años.
Cuestionamiento y deseo de cambio.
A esta edad, muchas personas sienten la necesidad o el deseo de cuestionar su vida. Esto puede afectar tanto a su carrera profesional como a sus elecciones personales, incluida su relación romántica. Los estudios demuestran que esta fase suele coincidir con un período de búsqueda de renovación, nuevas experiencias y emociones.
Ante esta grave evaluación de la mediana edad, es común ver aparecer tensiones e insatisfacción en el seno de la pareja. La pareja puede experimentar un sentimiento de incomprensión mutua o incluso de desconexión, al darse cuenta de que han tomado caminos diferentes o que sus aspiraciones ya no corresponden a las del otro.
Si se logra definir un proyecto común, el amor podrá seguir creciendo a pesar de la crisis. De lo contrario, las diferencias acumuladas pueden provocar conflictos que finalmente conducirán a la ruptura de la pareja.